- Vamos por un whisky.
Estábamos como dos marmotas en el mueble haciendo zapping. Mi moño cupcake daba el claro mensaje que no pensaba salir de casa.
- No. Hace frío, quiero abrigarme y dormir.
- Ven conmigo.
- Ven conmigo.
Esos ojos...no lo mires, no lo mires, no lo mires.
- Ya, pero que quede claro que es contra mi voluntad.
Me colgué como koala y me llevó hasta el cuarto.
El agua caliente se sentía tan bien mientras recorría mi cuerpo.
Elegí la ropa que llevaría esa noche, me seque el cabello y decidí ponerme algo de maquillaje. Todo en tiempo récord.
Él ya me esperaba en el carro.
- ¿Y qué te parece si sonríes un poco, mi vida?
Le dediqué una mueca.
Arrancó.
La noche se volvió bonita de repente.
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