- - ¿Puedes creer la concha del tipo?
Caminaba de un lado a otro de la sala, histérica, molesta,
indignada. Ese no era el sistema, ¿quién carajo se creía?
- - Ya nada me sorprende.
- - Qué cólera – casi al terminar de decir
eso, se me cayó (muy accidentalmente) el vaso que tenía en la mano.
- - ¿Vas a seguir reventando cosas o hacemos algo
productivo?
Si, el depa estaba sucio, algo había que hacer.
Estaba con un humor podrido, todo me jodía, quería pasarle
el carro por encima mil veces. Él estaba callado, sabía que en esos momentos
era una amenaza y lo mejor que podía hacer era cuidarse y no molestar.
Después de una pelea a punta de miradas silenciosa en
el estacionamiento por ver quién manejaba (él ganó) fuimos a uno de esos
centros de venta de materiales de construcción/mantenimiento/limpieza.
- - Como estás eres un peligro, te cruzas al pobre
flaco y no dudo que le pases la llanta sin asco.
- - Igual se lo merecería.
- - Y lo peor es que lo más probable es que te eches
a llorar de pura cólera.
- - Ya cállate.
No teníamos desinfectantes, desengrasantes y de más.
Una llamada a mi mamá nos ayudó a saber que era exactamente
lo que necesitábamos. Agarró un carrito y me subí, él empujaba mientras yo me
estiraba a agarrar las cosas.
Si, estaba de mejor humor. |
- - Señorita, se tiene que bajar.
- - Mjm…disculpe…mi novia olvido tomar la
medicación, por favor no la perturbe, no me responsabilizo. Pagamos esto y nos
vamos.
El chico se fue entre nervioso y atemorizado. Yo no tenía
ganas de pelear, al menos no con él. Mi cólera estaba reservada.
Pagamos, le quité la llave y llegué primero al puesto del
conductor.
- - Vamos por una chela.
- - Yei, vamos a tomar por cólera y luego acabaré
escondiendo tu celular para que no la cagues. Yuju.
- - Idiota.
Él me esperó en caja, aparecí con el coche lleno de alcohol
(vino, tequila, cerveza, etc) y de yapa una Red Bull.
- - No.
- - Si.
- - No.
- - Ok, solo la mitad de todo.
- - No.
Terminé comprando 6 botellitas chicas y la Red Bull.
Subimos al carro y yo estaba resentida cual niña chiquita.
Él sonreía al ver mi puchero y eso me indignaba más.
- - Eres malo.
Estaba enfurruñada en el asiento de atrás. Yo quería
alcoholizarme y ya.
- - Algún día me perdonarás.
- - Eres malo igual que el otro miserable.
- - No, yo soy malo, no cobarde. No nos confundas,
reina.
Genial, otra vez tenía razón.
Volvió a sonar el celular.
- - ¿Le puedo contestar yo?
Él se divertía mientras yo vomitaba bilis.
Abrí la ventana, tiré el celular. No importaba, no dolía. No
necesitaba eso, yo había hecho mi tarea, yo estaba mucho mejor.
Yo quería ser feliz.
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