martes, 30 de junio de 2015

#SinEscalas

Me mareaba verla.

Corría de un lado a otro de su cuarto, sacaba ropa de un cajón y la aventaba a la maleta, yo estaba sentada a un lado de la cama (bueno, casi echada) me daba nervios recordar que yo estaba así hace poco más de un mes.

- ¿Estás segura?
- Es la novena vez que preguntas lo mismo, ya te dije que si, es mi experiencia.
- Ajá, lo mismo dije yo y terminé casi sin chamba, con dos psicólogos y un psiquiatra.
- No es lo mismo, lo tuyo fue la cereza del pastel.
- Si hubiese cruzado el charco, yo me pego un tiro. Enserio.

No terminé de hablar y ella ya había salido corriendo del cuarto gritando "MI PASAPORTEEEE". Fui al balcón y prendí un cigarro. No me gustaba que se fuera, temía por su seguridad, trataba de cuidarla, de hacer lo que no hice conmigo en su momento.

- ¡BU!

Me sobresalté tanto que me quemé la mano con el pucho.

- Idiota.
- En una hora vienen a recogerme para llevarme al aeropuerto. Lo único que puedes hacer es desearme suerte.

Él la esperaba, muy lejos. Jamás la vi con esa sonrisa, con esa emoción. La entendía, esa era la molestia que sentía.

- Suerte, hermana.
- Solo es una semana, tonta. Relajémonos.
- Yo nací estresada.

Bajamos y nos acomodamos en el mueble.

Era impulsiva, amorosa, terca como nadie, arriesgada.
Daba todo, fiel creyente del amor. Ilusa.




Llegó su movilidad, acomodamos las maletas (parecía como si se fuera por meses) nos dimos un abrazo largo mientras repetía por novena vez "todo va a estar bien". No sé si era por mi o porque se quería convencer a si misma.



viernes, 26 de junio de 2015

#VisitandoTuInfierno

Era la mañana de un viernes cualquiera.

Ya estabas en nuestra carpeta, periódico y jugo de fresa sobre la mesa, como siempre. Me instale a tu costado, robé tu jugo y llego ese profe que no nos gustaba. Estabas intranquila, mirabas mucho tu celular (ya me imaginaba el motivo). 

De un momento a otro te levantaste intempestivamente, diciendo "me tengo que ir", temblabas tanto que no podías meter tus cosas en el bolso.

Te ayudé bajo la mirada inquisitiva del profesor, estabas muy nerviosa, secabas tus lágrimas con la manga de la casaca. Saliste corriendo del salón, te seguí.

Pude atraparte ya en el estacionamiento, me abalance antes que puedas abrir la puerta. No era seguro que manejaras en ese estado. Te ahogabas en llanto, aún recuerdo como te abrazabas a ti misma, en un intento de mantenerte entera, supongo.

Me costo mucho hacer que hables, luego trate de calmarte, trate que entendieras que estabas tomando conclusiones apresuradas, que no era tan...así.
Te lleve a casa, esperé que te duches y fuimos a Starbucks por esas galletas con chocolate que tanto te gustan. Me quede contigo todo el día, te dormiste en el mueble, te cargue hasta tu cuarto y fui a mi casa.

No supe nada de ti hasta el sábado en la noche, cuándo me llamaste a esa hora algo me dijo que todo se había ido al carajo.

- Yo tenía razón - en ese momento noté lo fría y dura que se había vuelto tu voz.
- Estoy en tu casa en 10 minutos.
- No, voy a dormir.
- No importa, voy.

Agarre la moto, el motor gruñía mientras la hacía correr a todo lo que daba por la Panamericana. 

Utilice la llave que me diste "en caso de emergencia", ahí estabas, sentada en una esquina de tu cuarto abrazando tus piernas, dormida.

Te llevé a la cama y me quedé contigo, conociéndote ibas a tener pesadillas, no quería dejarte sola. Pateaste, lloraste, gritaste, mencionabas ese nombre. Fue una noche horrible.
Desperté y ya no estabas, olvidé que tenías evento (en realidad, pensé que no irías), nunca imaginé lo que vendría luego.







Fueron dos semanas (casi tres) llenas de oscuridad, eras otra tú. Llegaba a clases y estabas sentada, mayormente viendo a un punto fijo, sin decir nada, a veces no te dabas cuenta que estaba a tu costado. No hablabas, no comías, no te movías. Reaccionabas mal, estabas irritada, agresiva, eso cuándo regresabas al mundo real. Actuabas por inercia. Estabas muerta.

Me partía el alma verte así.

Poco a poco fuiste regresando, dejaste la medicación, volviste a sonreír (tratabas, eso importa). Un lunes, luego del break encontré una lata de cerveza en mi carpeta, reconocí tu letra : "Gracias infinitamente". Gracias a ti, por no dejarte ir.

Escribo esto a petición tuya.

- ¿Nada? ¿enserio? ¿no recuerdas?
- No, la medicación era fuerte y no me deja recordar mucho.
- Ok, te lo escribo.

Me regalaste mi sonrisa preferida, y te alejaste ya con los audífonos puestos.

Gracias por volver, te extrañé muchísimo.

lunes, 22 de junio de 2015

#Madrugadas

- Me arruga el corazón verte...así.
- ¿Uhm?
- Dura, fría, mala... no sé, extraño a la otra tú.

Sentados en una banquita del malecón, corría mucho viento, ya era muy noche (casi madrugada) tener el pelo corto me daba más frío.
Me mirabas, yo solo miraba a lo oscuro, ahí dónde se pierde el mar. Te ofrecí un cigarro, lo aceptaste, dejaste de mirarme. Me puse la chalina en un intento vano de agarrar un poco de calor.






- Fui demasiado cojuda, pero estoy bien, enserio.
- Ajá. Esa mentira que te funcione con todos, conmigo no.

Apoyé la cabeza en tu hombro, besaste mi cabello.
Compartíamos la pena, sentías mi tristeza como propia, eso era lo que no perdíamos. Nos conocemos desde los 10 años, y siempre vamos a estar juntos.

- Va a pasar, enana. Tú lo sabes, yo lo sé. Tienes que admitir que va a pasar, ya no va a doler, te vas a reír, lo prometo. Deja de castigarte. No eres adivina, pecaste de optimista, nada más. Y no está el tío pero yo estoy, estoy contigo y a pesar de ese carácter de mierda que adoptaste no me voy a ir.
- No "va a pasar", voy a ir olvidando, pero nunca va a pasar.

Entonces me di cuenta de lo que decías. Me escuché. Mi voz sonaba diferente, monocorde, muerta. Mi cara estaba congelada por una sola expresión, no había rastros de emoción alguna. Entré en pánico, me temblaba la mano. Te diste cuenta, me abrazaste, me acunaste.

Tenías ese donde de calmarme. Desde chicos, cada vez que estaba mal, cada vez que estaba desbordada tú solías encaminarme, contenerme.

Subimos al carro y fuimos a buscar cerveza, fue todo un milagro poder encontrar ese sitio abierto siendo casi las 4 am. Nos estacionamos en el garaje de mi edificio, la música retumbaba, no nos importo.

Bailamos encima del capó, cantamos, nos reímos mucho.

Despertamos como a las 9 am, asustados, asimilando que nos habíamos quedado dormidos. Te dejé en tu oficina, y me convertí en Meteoro para llegar a dar final.

Y un sms de mamá: "Ya bajen el volumen, bajo y rompo todo, aviso".

Gracias hermoso, mil gracias.


sábado, 20 de junio de 2015

#FelizDiaGuapos

Feliz día a los hermanos mayores que hacemos de papá, muchas veces.


                         



Feliz día a ti por ser el mejor referente de papá que pude tener en esta vida, gracias viejo, gracias por siempre haber estado. Gracias por tanto amor, gracias por mandarme a comprar el pan temprano los domingos solo para que podamos desayunar todos juntos. Gracias por haber tenido interés en ayudarme con mis tareas. Gracias por las caminatas hasta el cole. Gracias por tantas lecciones de vida en tan poco tiempo. Te amo siempre.

Feliz día a ti que adoptaste 3 hijos en tiempos de crisis, gracias por haberte puesto en último lugar y ponernos a nosotros como prioridad. Gracias por cuidarme y por enseñarme tanto. Siempre quise ser como tú, pero me era imposible llegar a tener tanta calidad humana. Eres el mejor hermano mayor.

Feliz día a ti que desempeñas el papel de amigo/hermano/papá/jefe/colega . Gracias por siempre estar. Gracias por la oportunidad de aprender a desenvolverme junto al mejor. Es imposible decir cuánto te quiero.


Feliz día, a todos ustedes.

miércoles, 17 de junio de 2015

#Huracán

No sé que es peor, si el dolor o el vacío.

¿Tú tienes la respuesta? ¿Qué pasa cuándo ya no lloras pero sientes un hueco al medio de tu pecho?
¿Es normal? ¿Vas a volver a sentirte como antes que pasara el huracán por tu vida?

Ese huracán que duro poco pero a su paso dejo solo destrucción y pena.

¿Por qué ya no hay lágrimas? Son preferibles en lugar de ese horrible vacío.


                



Cuándo ya no sientes nada ¿hay cura?

Pasan los días y el Retro te calma, te pone en un estado de inercia, haces todo porque inconscientemente sabes que tienes que hacerlo. Luego dejas la medicación y empiezas a ponerle ganas a tus actividades. Y pasas por ese lugar, por esas banquitas en las que saltabas hablando por teléfono con esa persona por última vez. Antes de la pena. Recuerdas la conversación, se llenan tus ojos de lágrimas y pasas de largo.

Tal como el huracán pasó de largo.

domingo, 14 de junio de 2015

#He´s

Quedamos muy tarde, no sé como logró convencer para arrastrarme a ese bar barranquino.

Su llamada me alegró, él siempre me hacía reír, ya me estaba olvidando como se siente.
Le respondí sonriendo (me sorprendió que aún supiese hacer eso) , mando una indirecta, le respondí con sarcasmo. Quedamos el lugar, la hora. Teníamos una cita.

No sabía cómo tenía que arreglarme para salir. Era él. Lo mismo daba así vaya en pijamas.

Estaba sentada recordando su impuntualidad y renegando por dentro cuándo me sorprendió con un "¿vas a dejar de putearme internamente?" en el oído.

Me asusté, besó mi cabello y se sentó a mi lado.

- Dicen que lloras mucho últimamente. 
- Dicen que ya se te pegó el chancro, amigo.
- Touché.

Después de un par de cervezas ya nos habíamos puesto al día. Lloramos y estábamos cagándonos de risa a los 2 minutos. Tal como 10 años atrás.

- Lo peor es que te cagó (más risas).
- Aunque sea no con mi mejor amiga, pendejo.
- Si quieres venganza estoy disponible.
- Si hubiera un diluvio y me quedo sola contigo en un arca llena de animales, ten la seguridad de que me garcho una jirafa. 

Y más pastrulada que nos relajó el alma.

Caminamos mucho, fuimos a mi parte favorita de Barranco (el malecón), prendimos un pucho, la chela desapareció. Me contó que se iba de nuevo. Praga lo esperaba.

Saltamos el muro que separa la vereda del pasto, nos sentamos viendo el mar a lo lejos.

- ¿Sabes que vas a estar bien de nuevo?
- Y sé, también, que te voy a extrañar otros 3 años. Malo.

Subimos a su moto (fue un pedido personal que la llevara), me obligó a ponerme el casco. Llegamos rápido a mi casa. Besó mi mano.

Ya en mi cama, recibí su sms: "Tu sonrisa alegró mi noche. Se feliz, hermosa. Hasta siempre".

Hasta siempre, te quiero.


martes, 2 de junio de 2015

#Sombrasll

Me tiró los guantes en la cara.

- ¡PELEA CARAJO!
- Te volviste loco.

Solo lo miraba. Estaba molesto y eso me molestaba a mí. Los chicos miraban, todo el gimnasio miraba, en especial el entrenador.

- No voy a pelear, estoy cansada y triste. Me voy a ir a mi casa a tomar una cerveza muy helada y dormir. Déjame en paz.

A mi favor tengo que decir que estaba distraída (y que de verdad no quería pelear) , sentí su derecha en mi quijada. Cuándo me di cuenta ya estaba recostada en las cuerdas. Escuchaba los gritos, le pedían que me deje bajar. 

- ¿Vas a pelear o me vas a dejar ganar?
- Estoy cansada.

Me levantó, yo miraba a la lona. Él daba vueltas a mi alrededor, esperando el momento que cargara en contra. 

Golpe en la barriga. Me doble, me caí. Querían subir a darme una mano, el profe no los dejaba. "Necesita despertar", algo así logre escuchar.

- Débil de mierda.

Me puse los guantes, vi la sonrisa de satisfacción que se esforzó en disimular. 

Nos cagamos a golpes. Me dio ventaja y la aproveche. Escupió su protector bucal con sangre y creo que me rompió una costilla.

1, 2, 3...a la lona. 
Caímos a la hora y media. Nadie se interpuso, nadie nos detuvo, nadie tuvo la mínima intención de abogar por mí y lo agradecí.

- ¿Estás mejor? buena derecha, como siempre.
- Podría jurar que tengo una costilla rota.



Ya estábamos en casa, en mi cuarto, él sentado en el piso, yo en mi cama tratando de que la base tape los golpes.

- ¿Ahora entiendes?
- Mjm...pero no, no entiendo, trato pero no capto.
- Yo menos, ahora estamos en la misma onda.
- Carajo.

Terminé, había logrado disimular en algo, al menos las personas ya no iban a voltear a mirarme.

- Eres extremadamente cojuda.

Solo pude mirarlo mal, tenía más razón que un Santo.

Fue a pedir comida, yo aproveche para dormir un poco, ahora era más el dolor físico lo que jodía.

Agradecí mucho ese detalle.

lunes, 1 de junio de 2015

#Sombras

- Oe, hace dos días no me mandas audios jodiendo con canciones románticas y cojudas, estás con careculo y no me sacas de quisio. Habla.
- Algunos maduramos. Calla y resume eso.

Él sabía que no iba a hablar, la bibliotecaria lo sabía y el guardia también. Salimos de la facultad y compramos cigarros, no teníamos buena proyección para la práctica de una hora después y tenía trabajo pendiente. Todo mal.

- Apestas a alcohol y puchos, tienes bolsas en los ojos, estás malhumorada, deja de joder y cuenta.
- Uhm, necesitamos un 17 hoy para levantar promedio, tengo chamba pendiente y estoy misia. ¿Qué más?
- ¿No vas a decir nada?
- No.

Y nos destrozaron. Salimos y reventé a patadas un bote de basura. Él trataba de comprobar con los apuntes que aunque sea llegamos a una nota decente.

- Por las huevas es.
- Pesimista de mierda.

El pasto ya estaba seco, nos acomodamos bajo el mini árbol que nos acompaña desde primer ciclo. Nos dormimos. Una pesadilla me despertó.

- Ok, igual no tienes nada que contarme ¿no?
- No.
- Cojuda.
- Amén.

Fuimos al estacionamiento, peleamos un poco porque no confiaba en mi capacidad para manejar en ese momento. Aceptó (o se rindió) subimos.

- ¿Por qué no puteas a todos?
- ¿Por qué preguntas tanto?

El volumen de la música estaba al máximo. No quería más preguntas.



Te dejé en casa y gracias a tu mirada recelosa entendí que no me ibas a dejar en paz. Arranqué, no te di tiempo de decir nada más.

Entre a la Panamericana a 120, ojalá hubiese un poli cerca, me hubiera venido bien correr un poco más.