jueves, 23 de junio de 2016

Uno, dos, tres

Siempre escuché lo difícil que es querer después de haberla pasado mal, ahora mientras él y yo bailamos vals descalzos en la alfombra, puedo afirmar que es mentira.

Reímos mucho, su brazo firme acercando mi cuerpo al suyo, mi boca en su cuello. Bailamos mientras nos regalamos muchos besos. Las luces tenues nos dan tranquilidad.

Voy marcando los pasos, uno, dos, tres, uno, dos, tres. Me sigue con mucha elegancia.

El corazón olvida, disfruta de un tiempo de merecida soledad para poner los asuntos en orden y no explotar. Luego, sin aviso, llega esa persona que de a poquitos, va cobrando un papel cada vez más importante en tu vida, esa persona que te va robando el aliento cada vez que está a tu lado. El gran culpable de tu voz idiota por el teléfono y de esas sonrisas extras.

Luego de unas horas, él se queda dormido abrazándome. Lo arropo, y me dispongo a escribir pero me cuesta mucho separarme de su lado estando tan cómoda, tan feliz. Empiezo a jugar raspándome la nariz con su barba recién afeitada.


Cierro los ojos y me dejo llevar felizmente hasta la inconsciencia.


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