Con el corazón en los oídos, yendo al encuentro del Satanás de tu vida, del hombre que te hizo llorar más que parcial en bica.
Él está sentado en esa banquita en la que compartieron las risas de un tiempo feliz, en la que te parabas para llegar a su altura para nada promedio solo para abrazarlo y que te de vueltitas, en la que te echabas en sus piernas solo para que te haga piojito mientras le contabas tu día.
Lleva los lentes oscuros puestos, sabe que vas a ir. Te conoce más que tú misma y sabe que no te vas a perder la oportunidad de herirlo, pero esta vez cara a cara, tomando el papel de valiente y dándole el que se merece, el de cobarde.
Llegas y el gran encuentro desemboca en un "Hola" , seco, duro, como un "hola maldito miserable" pero resumido. Te duele mirarlo, es más, no puedes mirarlo. Te sientas, abrazas tu mochila y miras de frente.
Él voltea, te mira, su mano acaricia tu mejilla, no te inmutas, tu mente esta ocupada entre los recuerdos que dejo la traición, no te permite nada que no sea voltear la cara.
Empiezas con un "te escucho", porque eso era lo que quería ¿no? su derecho a replica, hasta te puso la carrera como pretexto, ya que en el periodismo no es ético negarse a escuchar la otra versión.
Aceptaste más por una curiosidad morbosa, saber como ibas a responder al mirarlo, al escucharlo después de unos meses y tantas heridas, tantas noches sin dormir, tanto alcohol, tantas veces que te preguntaste ¿por qué?
Balbucea, en los 5 años que compartieron jamás balbuceo, bueno, jamás la cago de esa manera tampoco.
Volteas prometiéndote control y lo miras a los ojos, escupes el ¿por qué? y tristemente responde "Por huevón".
Abrazas tus piernas mientras lo miras y trata de explicarse, no le crees ni papa pero nace en ti una pena única, aún te sigue doliendo su tristeza, aún compartes eso.
Te quieres convencer que es sincero pero el subconsciente te dice que no, como un comportamiento aprendido, te dice que no le creas, que ya te cago una vez, que siempre te va a mentir.
Tiene el descaro de preguntar si le crees, tú dices que si solo porque está próximo al llanto y prefieres evitar eso, no te explicas como si le querías pasar un tractor por encima hace menos de una hora ahora no quieres verlo llorar y suplicar perdón.
Empieza el discurso de: Yo te quiero, quiero que volvamos a estar juntos y bla bla bla bla...(...)
Y te das cuenta que es hora de hacer tu buena acción del día.
- Tú no quieres estar solo, eso no significa que quieras estar conmigo.
Pasas 40 minutos tratando que se de cuenta que tienes más razón que un Santo. Lo logras, lo acepta.
Le dices que lo quieres, que lo perdonas pero que evite cualquier contacto contigo, por tu bien.
Lo abrazas, le agradeces el tiempo que te hizo feliz, logras guardar su aroma en tu corazón.
Mientras caminas, prendes un pucho, lloras un rato mientras te convences que lo que empezó con amor, tiene que terminar con amor.
Y como diría mi buen amigo Luis Carlos :
Todos cometemos errores
Foto justo después de la catástrofe. Holu o/ |
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