lunes, 5 de diciembre de 2016

#MiBoda

Un día, me quiero casar. 

Quiero separar fecha e ir a una municipalidad de su mano, los dos en jeans y polo blanco. 

¿Invitados? Familia cercana, muy cercana. Nunca me convencieron las fiestas, inviertes un montón de plata por una noche y, al final, alguien siempre tiene algo que criticar. 

Luego de recibir los abrazos respectivos tendremos que volar al aeropuerto porque va a haber un vuelo esperándonos. ¿Dónde? Lo más lejos que se pueda. 

Religioso, no creo. Demasiada hipocresía junta. Además mi fe no está en la Iglesia Católica. 

Lo podría pensar si nos dejan ir en polo blanco y jeans (y no me obligan a confirmarme) aunque siempre está la posibilidad cliché de ir a Las Vegas luego del civil y que nos case un tipo vestido de Elvis en una casa decorada como Iglesia.  

No quiero el estrés de una gran celebración, no quiero el vestido ni el baile. Prefiero pensar que tenemos toda la vida para bailar al medio de nuestra sala Can't Help Falling In Love mientras dos copas de vino nos esperan. 

Prefiero pensar que me espera una vida tranquila y feliz a su lado.


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lunes, 21 de noviembre de 2016

#8CosasQueTodasEnfrentamos


  1. ¿Te vas de viaje?, ¿estás loca? ¡eres mujer! Estás dando pie a muchas cosas. Te pueden matar o violar porque ¿qué hace una mujer lejos de casa?
  2. No puedes ganar más que tu marido. Le quitas poder, eres una desubicada. Amiga, eres mujer.
  3. No puedes vestirte como tú quieras. Ni falda corta, ni escotes. Eso es para putas. ¿tú eres una puta? Entonces ni te quejes si es que un hombre te toca o te susurra algo al oído. Lo estás incitando.
  4. ¿Estás embarazada? no te has casado, ¿qué le voy a decir a la familia? ¿qué va a pensar la gente? Ahora pues, jódete. No tienes idea del infierno que te espera, vas a tener que criar un hijo sola.
  5. ¿Te violaron? ¿y? ¿qué esperabas si sales a tomar una copa sola? Entiende, eres mujer, si vas por un trago no puedes ir sola, das mala imagen. El hombre interpreta eso y lo confundes.
  6. ¿Mudarte sola? ¿sabes lo peligroso que es? ¿y si entran y te matan? Además, ¿qué hace una chica decente viviendo sola? No mamita, tú tienes que salir casada o mejor ni salgas, vas a parecer una descarriada más.
  7. ¿Abortaste? ¡por Dios, en qué me equivoque contigo! Solo las chicas de la calle abortan, esas que se encaman con todo el mundo. ¿Crees que TÚ puedes decidir eso? Si, puede que solo tú vas a afrontar la responsabilidad pero TÚ no puedes decidir eso. Lástima, ya te condenaste al infierno.
  8. Si no llegas virgen al matrimonio pierdes valor, es más, puede que ni siquiera quieran casarse contigo, ¿quién te va a querer? Tienes que guardarte para tu esposo. 
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viernes, 28 de octubre de 2016

#ParaLosAbuelos

Mi familia se estabilizó en Lima antes que yo naciera. Éramos 4 hermanos. Los mayores, de niños, iban a lo de los abuelos en Ica casi todos los veranos. Yo, muy pegada a mamá, no tuve esa costumbre.

La casa de los abuelos siempre fue un lugar cálido a dónde llegar. Mi abuela Blanca te esperaba con una comida riquísima y una conversación graciosa. Mi abuelo Chelo, portador de una paciencia eterna, prudente, trabajador hasta su último aliento.


A los 10 años viajé junto a una tía muy querida a lo de los abuelos, ya llegada la noche me avisa que es hora de regresar a Lima, yo muy determinada decido quedarme.

Tienen que saber que jamás me había ausentado de casa una noche y, gracias a eso, pasadas unas horas me echo a llorar. La abuela, muy asustada le pide al abuelo que, por favor, me lleve a casa.

Él, con el corazón más enorme del mundo, aceptó de buena gana. No paramos hasta Lima. Llevó a una niña asustada, caprichosa y llorona a casa.

Años después, ya adulta, pude frecuentar más la casa de los abuelos. Siempre era buen momento para sentarme con mi abuelo a escuchar alguna de sus historias de juventud, de su trabajo en la fábrica, de su paso por Lima y reírme cuándo la abuela lo molestaba. Era un lugar seguro, acogedor.

Ellos fueron los únicos abuelos que conocí.

Mi abuelo falleció hace más de dos meses. Lo mató la pena, la decepción. Lo mató la traición de un demonio disfrazado de hija.

Mi abuela, siempre queriendo ser dura, llora a escondidas todos los días. Algunas veces no puede más y llora confesando cuánto extraña a su esposo fallecido.

Lo único que me queda es disimular y tratar de hacerla reír, ya en la noche antes de dormir se me escapan las lágrimas pensando “yo también, mami, yo también”. 

lunes, 5 de septiembre de 2016

#EsasNoches

Despierto gracias a mi garganta seca.

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Calculo que deben ser cerca de las cinco de la mañana, algo de claridad ya se puede notar tras las cortinas. 

Él duerme, sus brazos se cierran en torno a mi cintura. Mi nariz juega a rasparse con su barba recién afeitada. Beso su quijada, me levanto de la cama con la esperanza de no despertarlo. Lo logro. 

Camino de puntillas hasta la cocina, saco una botella de agua de la despensa, terminando de tomar escucho a mi estómago gruñir. Veo el reloj en forma de gallina, marca las cuatro y cuarenta. Suspiro. El desayuno tendrá que esperar unas horas más, es domingo. 

Salgo al balcón, cierro la mampara tras de mí. La bata me abriga lo justo, no quiero que amanezca, quiero que ese momento dure para siempre. 

Todo valió la pena para llegar a él, para llegar a este momento. Es el amor que quiero y necesito. Podría jurar que no tiene idea de cuánto es que me hace feliz. Es la primera vez que quiero dormir con alguien todas las noches que me queden. 

Regreso con el mismo sigilo. 

Me acomodo a su lado despacio, ya estaba abrigada cuándo escucho su susurro adormilado. 

- Ven.

Rápidamente me acurruco a su lado, besa mi cabello mientras me abraza fuerte. 

Los latidos de su corazón me acunaron hasta dormirme.

miércoles, 13 de julio de 2016

#Felicidá

Quise escribir.


El frío de la madrugada acompañaba mi cansancio, cerré el libro de francés y prendí el ordenador. Cociné agua para el mate y empecé a recordar cada detalle de él. Se me ocurrieron mil versos dulces y la carecojuda, igual que la felicidad, fue inevitable.

Ese perfume (chocolate, vainilla, mora). Esa discusión eterna de sí, no. Esas noches tranquilas, sin pesadillas que me despierten sobresaltada. Esas noches acunada por el sonido de su corazón. 

Su paciencia, sus chistes malos, su ternura. 

Mi impulsividad, mis ganas de aprovechar cada momento. Sus pasatiempos, mis líneas. Malbec a la noche acompañando los ravioles. 

Esa calidez. Esa sonrisa. Esos besos.

Me rendí, no iban a salir versos desesperados y llenos de tristeza, tampoco los extrañaba. Nada puede ser malo ahora.

Apagué las luces mientras caminaba hacia el cuarto. 

jueves, 23 de junio de 2016

Uno, dos, tres

Siempre escuché lo difícil que es querer después de haberla pasado mal, ahora mientras él y yo bailamos vals descalzos en la alfombra, puedo afirmar que es mentira.

Reímos mucho, su brazo firme acercando mi cuerpo al suyo, mi boca en su cuello. Bailamos mientras nos regalamos muchos besos. Las luces tenues nos dan tranquilidad.

Voy marcando los pasos, uno, dos, tres, uno, dos, tres. Me sigue con mucha elegancia.

El corazón olvida, disfruta de un tiempo de merecida soledad para poner los asuntos en orden y no explotar. Luego, sin aviso, llega esa persona que de a poquitos, va cobrando un papel cada vez más importante en tu vida, esa persona que te va robando el aliento cada vez que está a tu lado. El gran culpable de tu voz idiota por el teléfono y de esas sonrisas extras.

Luego de unas horas, él se queda dormido abrazándome. Lo arropo, y me dispongo a escribir pero me cuesta mucho separarme de su lado estando tan cómoda, tan feliz. Empiezo a jugar raspándome la nariz con su barba recién afeitada.


Cierro los ojos y me dejo llevar felizmente hasta la inconsciencia.


martes, 21 de junio de 2016

#Cenizas

- A veces los recuerdos vuelven y te atropellan, te ahogan- dije intentando prender otro cigarro.
- ¿Cómo haces si ya no puedes? ¿Cómo haces cuándo hay días que no sabes el motivo por el cuál levantarte de tu cama? ¿Cuándo ya no confías en ti?- preguntó acercando su encendedor al ver cómo peleaba para que funcione el mío. 
- No puedes parar, el tiempo cura absolutamente todo- carajo, ya estaba ebria, hasta yo me percaté de mi pronunciación atropellada.


Estábamos en el malecón, ya era pasada la media noche y nosotras caminábamos mientras yo cargaba una mochila llena de latas de cervezas. La neblina acompañaba nuestro estado de ánimo.

-  ¿Era necesario comprar 24 latas?
- Ahora más que nunca – respondió mientras botaba el humo por la nariz.

Después de hablar todo el día habíamos quedado en juntarnos tomando en cuenta que el celular no la podía abrazar. Ella estaba consternada, confundida, saturada. Todo estaba pasando muy rápido y no se sentía capaz de manejarlo sin salir lastimada.

- El punto es…mi estimada, ¿te quieres casar o no?- era obvio que no ya que llevaba 3 horas hablándome de su ex novio.
- No queda otra opción, faltan 5 días, todo está listo.
- Eso significa que no, no quieres, pero no puedes controlar tu alma de mártir.
- ¿Te dije que paso por su blog cada cierto tiempo y ya no escribe? y tengo miedo, es más, terror. Me da terror pensar que en cualquier momento me pueda cruzar con él.
- Rufina, vuelves a hablarme del idiota ese y te quemo el ojo con mi pucho.

Caminamos en silencio, abrimos otra cerveza, saltamos el murito y nos sentamos en el pasto.

- ¿A ti no te pasa lo mismo?- no terminó de preguntar y derramé cerveza en mi casaca nueva.
- ¿Extrañar?
- Mjm.
- No, ya no. Por ahora estoy feliz, tengo a quién quiero conmigo.

- Te envidio muchísimo- se recostó en mi brazo, sentí como se limpiaba las lágrimas mientras yo me perdía en la inmensidad del mar.  

martes, 7 de junio de 2016

En treinta años

En 30 años quiero tener una librería en el centro de alguna ciudad muy lejos de aquí, quizás y nadie entre o solo lo hagan para curiosear, no importa. Siempre habrá una buena conversación esperando y, si nos caemos bien, una cerveza helada.

Poder vivir de las columnas que escribiré para algún diario local, también de algún alquiler ya que, espero ser lo suficientemente inteligente e invertir en algo.

Tener un departamento chico pero lindo en el tercer piso de algún edificio. Claro, en honor a mis manías ese departamento tendría que tener todas las medidas de seguridad posible; alarma interconectada con la policía, doble chapa más barra metálica y unos cuántos perros asesinos #okno.

Recibir a los sobrinos teniendo siempre helado en la refri, galletitas y unos brazos que los van a sostener hasta el último respiro.  

En las madrugadas, cuándo no pueda dormir, quedarme en la librería acompañada de una buena historia, una cajetilla de cigarros y algunos muchos recuerdos furtivos que seguro me van a hacer llorar como niña, añorando esos tiempos dónde mamá cocinaba pollo a la olla y papá me despertaba para desayunar en familia los domingos.

No puedo decir que me veo acompañada, no lo sé, puede que las cosas se transformen y el destino ubique niños corriendo por la librería, adueñándose del lugar con sus risas. Puede que el departamento se convierta en una casa de dos pisos con tres habitaciones, puede que también sumemos un perro que crecería junto a una niña hermosa de cabello rizado que tenga mi nariz y la sonrisa de su papá y a un niño de ojos grandes con el porte de su abuelo. Puede que ellos jueguen junto a sus primos mientras él y yo jugamos a ser adultos almorzando con los grandes.


Quién sabe, ¿no?




sábado, 21 de mayo de 2016

Magia

11:30 pm

Estaba arropada en la cama, rogaba por quedarme dormida rápido ya que al día siguiente tenía que despertar temprano aunque no creía tener mucha suerte ya que, en los últimos días, me había sentido muy inquieta, ansiosa. No podía identificar plenamente cuál era la razón y eso me frustraba mucho.

Todo estaba fríamente calculado hasta que un zancudo paso zumbando cerca de mi oreja. Una...dos, a la tercera ya estaba alerta y malhumorada. Tiré los cobertores, me levanté (estremeciéndome cuándo mis pies descalzos tocaron el piso helado), prendí la luz, agarre la computadora y fui derechito a la mesa del comedor.

Mi chico grande trabaja y mis chiquitos duermen. Puse la hervidora para cebar mate a la vez que iba aceptando la idea de otra noche de insomnio. Estaba en esas cuándo de pronto supe que era lo que me mantenía tan intranquila: los cambios a medida que pasaba el tiempo.



¿Se han dado cuenta que el tiempo es mágico?

Pone absolutamente todo en su lugar y te muestra quién sí, quién no y quién nunca. El tiempo destruye mentiras, te hace entender cuáles son las cosas por las que nunca más tienes que volver a llorar.

Desde que papá se fue han pasado casi 12 años.

Este tiempo me ayudo a entender que no puedo pasar lo que me queda de vida llorando, acepté que él va a vivir siempre en mi memoria. Es una resignación amarga a modo de consuelo.

Nos rompen el corazón millones de veces.

Pero no, no te vas a morir (aunque creas que sí), un día vas a recuperar la cordura y vas a despertar preguntándote con bastante incredulidad “¿de verdad tanto lío por ESO?”. Y, confirmarás con horror, como todo siguió su curso mientras estabas enfrascado en tu pena momentánea.

Todo, absolutamente todo pasa. Ninguna tormenta es eterna, todo depende de cómo decidas enfrentarla (y si no te dejas llevar por la corriente). Algunas dejan sus consecuencias, pero nada que no podamos manejar.

El tiempo transforma, en qué nos transformamos también depende de nosotros. No eres el mismo de hace 10, 5 o 3 años. No eres la misma persona del mes pasado. A medida que vivimos, aprendemos y a medida que aprendemos cambiamos.

En este último tiempo aprendí a ser más prudente conmigo, a no exponerme tanto, a cuidarme. 

Aprendí que de mis decisiones depende lo que venga después, aprendí también que mi mamá es el ser más luminoso y compasivo que puede existir y tengo mucha suerte de ser su hija.

El tiempo pasa rápido. La vida se resume en un suspiro así que sonríe, déjate llevar por la felicidad y la pasión, apuesta todas las fichas, ama mucho, aprende a soltar si es necesario así ,cuándo la pálida pase a recogerte, podrás recibirla con un suspiro satisfecho y no con un “¿qué hubiera pasado si…?”

El tiempo pasa, incluso para ti. 

M. 

miércoles, 2 de marzo de 2016

Yo no tengo sentido común

A los 21 años organicé todo lo necesario para poder partir de viaje a un país vecino, tenía (tengo) muchas ganas de explorar sitios nuevos, vivir experiencias que me hagan crecer, madurar.

Esa decisión fue motivo suficiente para una gran pelea con mamá, repetía furiosa una y otra vez haciendo aspavientos que me podía pasar algo, que tuviese sentido común. Le desesperaba que fuese tan obstinada y arriesgada.

A pesar de tener pasaje comprado y poder solventar una bolsa de viaje que me permita estar tranquila un tiempo, no me dejo ir.

No logré entenderla, su posición era demasiado sobreprotectora e inverosímil ante mi lógica. Me esforzaba en expresar indignación recalcando que a mi no me iba a pasar nada malo, que esas cosas no pasan cuándo tienes un plan A, B y C. No conseguí que mamá flaqueara, perdí el vuelo y todo el día la pasé enfurruñada, encerrada en mi cuarto con las cortinas cerradas botando una que otra lágrima.

Han pasado 3 años de eso.

Hace unos días, luego de una intensa búsqueda, se hizo público el hallazgo de los cuerpos de Marina y María José, dos argentinas asesinadas en Ecuador. No podía creer tanto ensañamiento hacia las jóvenes y, lo que hasta ahora no puedo creer, son las reacciones tanto de las personas como del Gobierno Ecuatoriano.



Al poco tiempo, la policía de ese país, presentó a la opinión pública dos tipos que habían confesado la autoría del crimen. ¿A quién quieren engañar? Sí, claro, es taaan efectivo su sistema que han encontrado a los asesinos en tiempo récord, se quebraron gracias a sus astutas tácticas de interrogación. ¿Qué más? 

No contentos con esa burla dieron una versión totalmente increíble de los hechos. Y, cómo somos bien idiotas, les creemos ahorrándoles el trabajo. Así tiene que ser ¿no?

Nunca falta también, la opinión de los internautas que todo lo saben, los dioses del ciberespacio:

 
Sí, eran dos mujeres y no, no estaban solas. Eran DOS, se acompañaban pero eso no basta, si una mujer quiere salir de viaje tiene que ir acompañada de un tipo porque es lo lógico, se exponen demasiado...se exponen a encontrarse con uno o varios hijos de puta, así de putrefacta es nuestra realidad.

Soy mujer y quiero salir de viaje al sitio que me de la gana, quiero partir sabiendo que nadie me va a impedir volver a casa, volver a ver a mi familia. Salir de viaje conmigo, poder disfrutar a mi ritmo, poder caminar hasta cansarme, poder crecer, poder aventurarme sin miedo.

Gracias a la versión de sus familiares ahora sabemos que las chicas si tenían respaldo económico (contrario a la versión de la policía ecuatoriana quienes aseguran que se fueron con los asesinos ya que se quedaron sin dinero y no tenían dónde pasar la noche); tarjetas de crédito, dinero. No necesitaban pedir favores. 

"Su falta de sentido común las condeno", ellas tenían que tomar por hecho que por ser mujeres no se les puede ocurrir viajar, divertirse, disfrutar la vida. Tenían que quedarse en casa y contentarse conociendo por fotos los lugares que quisieran visitar hasta que por fin tuvieran la suerte de toparse con un valiente caballero que les haga el gran favor de acompañarlas, ¿algo así?

Las personas no pueden creer que alguien se quiera aventurar por nuevos rumbos, ya va siendo hora que empiecen a darse cuenta que eso no es raro, que es simplemente ganas de vivir, ganas de no quedarse con las ganas. 

Decir que "ellas se lo buscaron" es igual a decir que una mujer víctima de violación busco ser agredida, así solo se logra invisibilizar a los culpables y que, lo que les pasó a Marina y María José vuelva a repetirse una y mil veces más.



Ellas merecían volver a casa.
Ellas merecían cumplir sus sueños.
Ellas merecían volver a abrazar a su familia.

#NiUnaMenos

domingo, 31 de enero de 2016

Sobreviviendo al Infierno

Soy hija única, siempre tuve todo lo que quise.

Sobreprotegida, malcriada, engreída, clase media alta. A papá nunca le gustó que se me acerque ningún chico pero, esa última vez, tuvo más razón que Dios en desconfiar.

Se llamaba Javier, lo conocí gracias a esas aplicaciones para celular dónde puedes interactuar con personas, tener citas, cosas así. Alto, bien parecido, tonificado, ojos negros, hermosa sonrisa, 24 años y, para mis 20, lo encontraba perfecto. No podía creer tanta suerte.

Apenas cumplimos un mes saliendo, mis papás exigieron conocerlo.  

Papá lo odió desde la primera mirada, mamá era demasiado dulce para emitir opinión pero podía notar su descontento. Un descontento que yo no me explicaba (además de encontrarlo injusto). Gracias a esa mala primera impresión empezó a quebrarse el vínculo con mi familia. Las peleas eran diarias y a todas horas, siempre por el mismo tema.

Luego de otra discusión, ya muy noche, esperé que se duerman, arreglé mis cosas en dos maletas, tomé las llaves de mi auto sin saber cuánto me arrepentiría de lo que estaba a punto de hacer. 

Antes de salir llamé a Javier avisando que iba para su casa. Le encantó la noticia. Me recibió muy emocionado, comimos pasta y abrió un buen vino.

A la mañana siguiente desperté gracias al sol que se filtraba por la cortina. Él no estaba, supuse que siendo fin de semana, había ido a buscar algo rico para desayunar. Me recosté en el mueble aún adormilada. Llegó luego de unos minutos.

Ese fue el día en el que me avisó que íbamos a viajar fuera del país a tentar suerte en un trabajo que le habían ofrecido.

En lugar de alegrarme me puse pálida, me dieron náuseas, pensaba en mi familia, tenía la intención de volver, los extrañaba. ¿Cómo explicarle eso?

Guarde silencio gracias a mis ganas enfermizas de no separarme de él.  Dos días después, ya en el aeropuerto estaba muy nerviosa, como si algo dentro de mí dijera de forma desesperada que no viaje, que regrese a casa, que todos estaban muy preocupados.

Y claro, no hice caso a mis presentimientos. Gran error.

Nos instalamos en un departamento muy bonito, amueblado, con vista a un río cuyo nombre ya no recuerdo. Todo era lindo pero, no entendía porque no podía sacarme la sensación de intranquilidad del pecho.

El primer sábado que pasamos en nuestra nueva casa me avisó que a la noche estábamos invitados a una fiesta muy exclusiva. A la mañana de ese mismo día le confesé mis ganas de llamar a casa, me convenció que no era necesario, que iba a empeorar las cosas. No entiendo en que estaba pensando cuándo le hice caso.

Llegamos al evento y todo era raro, el ambiente, los invitados. Tipos muy grandes emparejados con mujeres más jóvenes que yo. Javier me trajo una copa de vino, luego perdí la consciencia.

Desperté desorientada y agitada.

¿Dónde diablos estaba?

Tenía el brazo amarrado a la cama, una sábana que solía ser blanca envolvía mi cuerpo desnudo. Estaba ansiosa, aterrada.

Era una habitación lúgubre, en lugar de puerta había una cortina. A simple vista parecía un cuarto de madera.

Pasaban los minutos e iba recordando todo, sentía cómo se helaba mi corazón.

Podía imaginar a mis papás en todos los medios de prensa, mamá recorriendo cada brigada. Mis abuelos pegando carteles con mi rostro y, abajo, se leería DESAPARECIDA.

¿Javier? ¿Me estaba buscando? ¿Qué pasó?

Encima de la silla que estaba a mi costado pude notar una cuchara, acompañada de una jeringa y una vela.

Demoré en darme cuenta que, posiblemente, me estaban inyectando heroína. Me sentía totalmente descompuesta. 

Estaba en el infierno.

No puedo especificar cuánto tiempo pasó antes de que entraran los tipos que se tomarían la molestia de explicarme la situación. Uno era musculoso, pude notar que traía un arma en la cintura. El otro era más bien flaco, nariz aguileña, pelo largo atado en una cola de caballo.

Este último se sentó a mi costado acariciando mi brazo.

 Al fin despertó la bella durmiente. De ahora en adelante eres mía, tu única obligación es quedarte aquí esperando a los clientes, vas a atender a cada uno de ellos. Y, cómo soy una buena persona te voy a recompensar con más de eso – dijo señalando la jeringa – comida y el gran privilegio de seguir con vida. Empiezas a causarnos problemas y no nos va a quedar otra opción más que eliminarte. No intentes hablar con nadie, no te van a creer, pierdes el tiempo.

Antes de irse me dio un beso en la frente.

No podía hablar o moverme, estaba perdida. Deseaba que me maten, que me peguen un tiro. No sabía que día o qué hora era, extrañaba mi vida, mi familia.

Así, pasaron 250 días. Lo sé porque conté cada uno de ellos.


Podemos decir que estaba muerta, cuándo no dormía tenía a hombres encima mío. Mi salud estaba muy deteriorada, comía cada 3 o 4 días. Cada vez que me llevaban al baño, una vez por día, podía ver a las otras chicas. Estaban en cuartos idénticos al mío, una vez cada dos semanas moría alguna, lo sé porque veía a otros hombres pasando por mi puerta cargando los cuerpos.

No volví a ver a Javier.

El día 251 invadieron el lugar.

Escuché disparos, gritos, maldiciones. Con las pocas fuerzas que podía tener, por puro instinto, me escondí debajo de la cama.

Tapaba mi cara con las dos manos esperando el final que, creía yo, venía pronto. Sentí cuándo me jalaron e incorporaron, esa personas susurraba "estás a salvo, vas a salir de aquí", abrí los ojos y pude ver los chalecos con las iniciales SWAT y FBI. Eran policías, ángeles que nos iban a salvar.

Entre todo el alboroto, una camilla me llevó hasta la ambulancia que esperaba fuera de esa casa.

Me internaron de urgencias, al poco tiempo pude volver a ver a mi familia. Estuve en el hospital casi tres meses, tardé mucho en salir de cuidados intensivos. Tenía complicaciones en los riñones e hígado, además de la anemia. Tuve suerte y la prueba de VIH salió negativa.

Cuando volví a casa no lo podía creer. Tenía que tener reposo absoluto algunos meses más, médicos y un psiquiatra desfilaban por mi habitación, mamá no se separaba de mí. A veces, cuándo ella creía que dormía, la podía oír llorar.

Paso un año hasta que pude dejar la medicación, aún tengo pesadillas pero ya no me despierto al medio de la noche clamando ayuda. La terapia es cosa de todos los días, Néstor, mi psicoanalista, es un fiel compañero y amigo que trata de ayudarme a retomar mi vida.

Hace poco me contaron todo lo que pasó. Javier era parte de una mafia que traficaban mujeres, él era uno de los encargados de captarlas. Gracias al trabajo de inteligencia de dos países el operativo en el que nos rescataron fue un éxito. Los cabecillas están condenados a muerte.

Ese negocio asqueroso no ha muerto, aún hay miles de personas cautivas viviendo el mismo infierno que yo pasé. Muchas no van a sobrevivir.

Soy una bendecida.


miércoles, 20 de enero de 2016

Buenas noches, hermanita mayor.

Ellos llegaron cuándo él se fue, aceptaron una versión desmejorada de mí. Ellos aceptan todas mis versiones. 

Ellos salvaron mi vida.

Rodrigo tiene alma de adulto, es rebelde, necio. Muy inteligente, analiza mucho aunque le gana la impulsividad y ahí es donde se equivoca. Es el niño de 11 años más perspicaz que he conocido (y voy a conocer). Mi pequeño bebé gordo que se niega a seguir siendo bebé.

Fernando es dulzura personificada. Inocente, tierno, engreído, inteligente y asertivo. Discierne muy bien los momentos, sabe cuándo callar. Oportuno, caballerito. Mi querido bebé flaquito que, cuándo se molesta conmigo, no me quiere dar beso.


Nunca hubiese imaginado que la vida me iba a regalar dos cómplices, dos compañeros de ruta tan extraordinarios. 

Saben cuánto los amo, cuánto me alegran la vida. Saben que tienen una hermana llorona y mandona que los obliga a abrazarla cuando se siente triste.

Los veo crecer, convertirse en dos jóvenes hermosos. Me hace feliz que me vean a su lado siempre..

Lo único que pido es que nunca me dejen de llamar "hermanita mayor".