martes, 26 de mayo de 2015

#ATi

Hace tiempo no te escribía.

Ahora lo hago desde la comodidad de mi trabajo. Es tarde, se supone que ya debería de estar en camino a casa.

Estoy cansada, estoy...no estoy es más preciso. Ojalá y no tengas idea sobre todo lo que está pasando a mi alrededor, si no debes de tener mucha impotencia por no poder afrontar todo conmigo, la misma impotencia con la que vivo.




No todo esta mal, no estoy sola.

- Ellos. Ellos no me juzgan, no me atacan, ellos solo se dedican a quererme. Mis mejores amigos. Los amo para siempre.

- Esta ella, desde hace 10 años. Ella, mi amiga, mi hermana, mi cómplice de cada huevada de la vida. Ella me conoce, me quiere, me cuida. Ella me hace sonreír, alucinar. La carga pesa menos.

- Él, el hombre que dice no tener corazón (ja), con él no existe ningún tipo de problema. Me calma, me contiene. Solo con él puedo dormir tan plácidamente que debería ser ilegal. Él hace que me interese ver la Fórmula 1 un domingo por la tarde. Él.

- El principal culpable de que yo mantenga un poco de cordura. Mi amigo/hermano/jefe/maestro. Aprendo más que en cualquier clase universitaria, eterno respeto para ese hombre que puede ser el pata más cague de risa y el jefe más exigente del mundo. Él no tiene ni la menor idea de todo lo que ha hecho por mi. Gracias, gracias, gracias.

Gracias por haber dejado ángeles por esta vida jodida y hermosa.

Gracias por los 12 años contigo.


Te amo chino.

martes, 19 de mayo de 2015

#Fin

No sentía nada.

El arma estaba escondida entre mis ropas, dentro de la mochila. Pesaba mucho. 
Aún tenía olor a pólvora en mis manos, aún podía ver dentro de mi cabeza la vida abandonando su cuerpo.



Mi estómago ya no estaba, tenía mucho frío. Nervios porque sabía cuál era el siguiente paso, darme el plomaso que había esperado 30 años. Una vida histriónica merecía un final histriónico. 

Llegué a casa, saque la botella de vino que tenía en la refri y la tome a pico. 
Recordaba toda la escena. 

Poniéndome la máscara, cargando la pistola, yendo al lugar dónde estaba el hijo de puta, el ruido de la moto, nervios. Si yo iba al infierno, lo mínimo que podía hacer como última buena acción era llevarlo conmigo. 

Era ya entrada la madrugada y todo estaba arreglado. Iban a encontrar mi cuerpo en la mañana. Lo que jodía mucho era pensar en una autopsia, ojalá no fuese necesaria. 
Escribí en una hoja: "ESTOY MUERTA GRACIAS A UNA BALA, NO ME HAGAN AUTOPSIA".

Lo firmé y me dio mucha risa pensar en lo irónico de la situación.

No quise dejar notitas de despedida. Yo ya tuve lo que quería, me voy a ir, y todos los demás tienen que seguir con sus vidas, de nada sirve repartir culpas. Ya fue.

Estaba lo suficientemente ebria cuándo tome la pistola de nuevo. Me senté en el suelo, apoyada contra la pared. Apunte a mi cabeza. 1...2...3.

Y desperté.

martes, 12 de mayo de 2015

#Pungo

Todo lo que quiero se muere o se va.
A veces pienso que es mi culpa, que quiero mal o que amo demasiado.
O quizás, simplemente, la felicidad no es para mi. 

Algunos nacen felices y otros vivimos buscando una felicidad que nunca llega, porque siempre hay algo que nos aleja de lo que buscamos. Cada día que vivimos es un obstáculo que tenemos que sortear para alcanzar lo inalcanzable.

Y lo inalcanzable es el amor, porque el amor es terco, obstinado, caprichoso y cuanto más amamos, más perdemos. Y así, vamos dejando cada parte de nuestro cuerpo y nos convertimos en personas rotas. 

Hasta que alguien aparece y nos junta de nuevo, y nos devuelve la vida.

Y ese alguien eres tú. Te quiero.








No estaba de muy buen humor, en realidad estaba hecha mierda. Me dolía el cuerpo, estaba cansada, no había dormido bien.

Él estaba apoyado contra una columna, lentes negros y esa chaqueta negra que me encantaba, esperando, esperandoME. 

No se había dado cuenta que me estaba acercando. Lo abracé por la espalda, volteó y me colgué en su cuello, envolví su cintura con mis piernas, fue un "hola" mal dicho, lleno de besos. Estaba feliz y no pensaba bajarme nunca. 

Acomodó mi mochila en su hombro y me tomó de la mano. Fuimos hasta el carro, su mano jamás me soltó.

Llegamos y , en realidad, recuerdo todo por partes.

Recuerdo que estaba, otra vez, con mis piernas alrededor de su cintura, mis manos aferradas a su cabello, sus manos recorriendo mis piernas, mi espalda. No nos importaba respirar, solo nos comíamos a besos.  

Arranco los botones de la blusa azul que me encanta, su polo ya no estaba. Nos hicimos el amor después de más de dos meses. No sé cuántas horas pasaron, cuándo nos quedamos dormidos ya estaba oscuro. 

Desperté a la madrugada, mi celular marcaba las 4:23 am. 

Su brazo se extendía en mi abdomen. 

No lo quería despertar. 
Lo único que quería esa madrugada durara para siempre.





lunes, 11 de mayo de 2015

#ÚltimoRound

Ya no sentía dolor, eso era bueno, el único inconveniente es que no faltaba mucho para desmayarme.

- ¿Qué esperas para rendirte? Te están cagando a golpes.
- Déjala, fácil con eso aprende.

La sangre bajaba del corte de mi ceja, eso era lo que jodía más. Descansé un poco sobre las cuerdas mientras ellos seguían hablando, ya no me forzaba en entenderlos.

Me pusieron otro protector bucal, el mío estaba lleno de sangre y me ahogaba. 
No podía dejar que una mocosa (en mejor estado físico) hiciera que 5 años haciendo box terminen en la basura. 

- Si no volteas todo en 3 minutos , pierdes. Ya avisé.



Derecha...izquierda...ver doble y otro golpe en mi pobre mandíbula.
Otra vez a besar la lona.

- Tienes que aprender cuándo es que debes retirarte - Mi entrenador subió solo para levantar el brazo de la que me estaba reventando a golpes y mi orgullo, ego y dignidad quedaron tirados en la lona (igual que yo).

No me podía parar, estaba mareada.
En el colmo de la vergüenza trajeron una camilla porque me dolía cuándo intentaban cargarme.

Rehusé ir a la clínica a pasar los exámenes de ley, demoré hora y media en cambiarme mientras limpiaba los golpes, hasta ducharme dolía.

Tenía que encontrar una buena explicación para él, se iba a intrigar sobre mi aspecto horrorosamente masacrado.

Polera negra y jeans. Saliendo de los vestidores ella estaba esperándome. 

- Discúlpame, ya no iba a golpear, estaba esperando que te rindas, nada más.
- Así es el juego.

No podía acercarme porque iba a notar el esfuerzo que tenía que hacer para cada movimiento. 

Saliendo del estadio prendí un cigarro y me puse los audífonos. 
Las personas me miraban raro, creo que llamaba la atención mi cara hinchada, mis labios rotos y el corte en mi ceja. En fin.

Quería llegar a casa tarde, directo a la cama. El celular estaba apagado, nadie iba a molestar.

Terminé en un bar de Barranco, pedí una cerveza, un trovador cantaba una de Sabina, yo le hacía los coros desde la barra.

- Tú no aprendes más, segunda vez en la semana que te encuentro así.
- Hola para ti también.

No estaba de humor, que se ahorre sus reproches.

Conversamos mucho, él había dejado la universidad por un instituto especializado y se había alejado de esas sustancias no tan buenas para la salud. Se sorprendió de que esté viviendo con alguien y yo me sorprendí de que ya sea papá.

- Estamos viejos, Bendezú.
- Ujum.

Tomamos unas cervezas más hasta que recordé mi celular apagado e imaginé los problemas que me traería eso (en especial a esas horas). 7 llamadas perdidas. La puta madre.

- Me tengo que ir - estaba lo suficientemente ebria como para no sentir dolor.

Pedí el taxi.

Mientras entraba tratando de hacer el menor ruido posible recordé esas veces de adolescente que hacía lo mismo en la casa de mamá y siempre la encontraba durmiendo en la sala, esperándome.

Me saque las botas y fui (en puntitas) al cuarto. Él ya dormía. Me puse pijama para que no se espantara con los golpes cuándo amaneciera. 

- Al fin - sentía sus manos en mi rostro, hubiese apostado que estaba evaluando las heridas.
- Perdón.
- ¿Cuántos rounds aguantaste?
- ¿Cómo...?
- Digamos que estaban preocupados porque no quisiste ir al doctor, mañana te llevo.
- No.


Recostada en su pecho ya no dolía nada.