viernes, 6 de noviembre de 2015

#Encubierta

- Aún no termino de creer que me hayas arrastrado hasta aquí, mínimo tendrás un Rivotril o algo - tomando en cuenta dónde estaba y mis pocas horas de sueño era totalmente comprensible mi mal humor.
- Solo dos presentaciones y volvemos a Lima, solo dos. Estoy para cuidarte, en ningún momento te vas a quedar sola - había dicho lo mismo unas quinientas veces.

La discusión seguía en el taxi de camino al hotel.

Nuestros amigos músicos estaban divertidísimos, yo no. Yo estaba a punto de mandar todo al carajo y regresar a mi casa.

Tenía un cuarto hermoso para mi sola, piscina a disposición, todo estaba pagado. Cerré las cortinas y en el colmo del engreimiento no bajé a almorzar.




Cómo a las 5:00 pm tocó la puerta de mi cuarto, traía una bolsa con pollo frito y Concordia de piña

- Eres diabólico - estaba famélica, casi le arranco la comida de la mano.
- Sé que me odias pero tienes que comer algo y alistarte, tenemos que ir a la prueba de sonido.
- ¿Sabes que nadie sabe que estoy aquí?
- No me sorprende. 

Horas después salimos al escenario.

Mucha gente, muchos grupos. Desde mi posición no podía reconocer todas las caras, eso me ponía nerviosa. Podía notar a la banda con un ojo puesto en mí y no era para menos. 

Tenía un hueco en la panza.

Acabó y se puede decir que corrí a camerinos. Desaparecí.

Todo había salido bien, los chicos querían festejar, yo solo tenía ánimos para mantenerme lo más apartada posible.

Regresé al hotel, 

Sentada en el balcón con una copa de vino al lado solo podía recordar lo diferente que había sido la última noche que pasé en ese lugar.